Jeffrey ROSEN | Publicado el 01/02/2013 | Ver el número en PDF
“Ningún hombre, a menos que sea un zoquete, escribe como no sea para ganar dinero”, declaró Samuel Johnson. A medida que Internet va destruyendo el modelo empresarial en el que se ha apoyado históricamente al periodismo, al cine, a la música y a la televisión, la opinión generalizada en Silicon Valley es que Johnson estaba equivocado. “La información quiere ser libre, porque el coste de difundirla es cada vez menor”, han insistido los activistas tecnológicos, citando al pensador tecnológico Stewart Brand. (De hecho, Brand dijo en el mismo discurso de 1984 que, por otra parte, “la información quiere ser cara, porque es muy valiosa”). Según la opinión mundial encarnada por Google y Facebook y muchas de las mejores mentes del mundo jurídico y de la comunidad del interés público, el negocio de la cultura se está hundiendo porque los ejecutivos de los medios de comunicación de la vieja escuela que dirigen Hollywood, la televisión por cable, las compañías discográficas y los periódicos no han conseguido adaptarse a las expectativas de una nueva y exigente generación de consumidores de medios de comunicación que quieren películas, música, noticias y libros gratis allá donde se conecten.Foto: Jaime Villanueva
"La función del artista no ha cambiado desde la época de la cavernas"